¿Qué es este blog?





Endless sparkle es un blog en el que cada quince días publico un capítulo de esta historia que llevo entre manos. Mi intención no es otra que abrir las puertas de ese mundo que voy creando poco a poco para que tú, como yo seas partícipe de la vida de sus personajes y vivas con ellos todo tipo de emociones. Este relato está fabricado con cariño y dedicación en mis poquitos ratos libres y para mí es especial poder compartir lo que para mí es una de mis grandes pasiones, escribir. Espero que disfrutes y sigas esta novela.



lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 2



Instantes antes en un despacho de arquitectura

-Ana, ¿Sabes algo de Clara?, no está en la sala de reuniones
-Sí Oscar, estaba aquí pero se ha tenido que marchar hace apenas quince minutos, creo que…tenía un problema en casa… un vecino ha llamado dando quejas de…
- Un problema de goteras señor, al parecer Clara ha dejado un grifo abierto y el agua está empapando el techo del vecino de abajo.

Ana mira aliviada a Elsa, no sabe de donde ha aparecido, pero agradece su colaboración. Oscar mira fijamente a las dos chicas. Ana le devuelve la mirada, está sentada en la silla de su escritorio, delante de una mesa perfectamente organizada, como siempre. Elsa acaba de dejar unos papeles encima de la misma y rebusca de pie en una carpeta que sostiene en los brazos.

-Aquí está, toma Ana los papeles que me pediste, ya están firmados.
- Gracias Elsa.
- Ana, llama a Clara inmediatamente, quiero que esté aquí en menos de diez minutos, como si su vecino acaba con una piscina en el salón, ¡me da igual! Que se presente en el despacho ya, la reunión debería de haber comenzado hace una hora.-Replica Oscar, alzando el tono de voz, enfurecido ante la aparente normalidad de sus empleadas.
- Por eso no debe preocuparse Oscar, Víctor y yo ya hemos comenzado con la presentación del proyecto, estamos explicando los aspectos generales de la obra y exponiendo las distintas posibilidades. Clara ha llamado diciendo que venía de camino, estará aquí antes de que hayamos terminado con nuestra parte de la exposición y ella se ocupará del resto.- Responde Elsa

De nuevo cruce de miradas cómplices entre Ana y Elsa.

-De todos modos volveré a llamarla para asegurarme de que todo está bien, si lo desea- Añade Ana.

Oscar mira su reloj, son las diez y cinco minutos, está nervioso, alterado, pero no puede montar uno de sus espectáculos en el despacho, no cuando la sala de reuniones contigua está abarrotada con toda esa gente, todo debe parecer controlado, empezando por la actitud del jefe. Respira hondo y coloca bien la manga de su chaqueta. Elsa ha cerrado la carpeta, parece haber encontrado todo lo que necesitaba, ahora espera de pie junto la mesa de Ana, erguida, imponente con su magnífica figura, Oscar lo piensa, esa chica tiene verdadero potencial, es muy buena en su trabajo además de poseer una excelente imagen, quizá eso lo remarcaría por delante de todo si tuviera que definirla, sus facciones rectas, enmarcadas por una melena corta y oscura que acaba poco debajo de su mentón, sus ojos pardos, sus…sus. Ana observa como Osca mira embelesado a Elsa,  no sabe si es tan buena la excusa o quien la cuenta, pero da igual, lo importante es el resultado, y Oscar al menos aún no se ha pronunciado, puede que eso sea buena señal.

-No, no es necesario, si todo está en orden déjelo, espero que todo sea así, si no veo a esa señorita en este despacho antes de que pueda volver a recordarlo, tendremos serios problemas, espero no ser el único consciente de la importancia de esta reunión.
- De acuerdo.- Las palabras de Ana suenan a libertad.
- Por cierto Oscar…

Elsa se dirige hacia Oscar y ambos se pierden en dirección a su despacho. Ana no puede creerlo, ha faltado realmente poco, la excusa de Elsa ha sido genial, las dotes de esa chica por una vez han servido para algo. Si no la conociera pensaría que se trata de un amable gesto de generosidad, pero es Elsa, eso es imposible. Sabe muy bien por que lo hace, para ella esta reunión también es una oportunidad y no le interesa que nada salga mal, además el tiempo en el que Clara esté lejos ella se hará con el mando de la situación delante del jefe, y eso le encanta.
Clara vuelve a la mente de Ana, Oscar ha quedado relativamente conforme, pero sigue sin saber nada de la chica, todo sería estupendo si efectivamente Clara estuviera de camino, pero no ha recibido noticias suyas en toda la mañana, no tiene ni la más remota idea de donde se puede haber metido.

Ana se fija de nuevo en Oscar, acaba de terminar de hablar con Elsa y se introduce en su despacho. Hombre de pocos amigos y muchos conocidos, así lo conciben todos. Y esos pocos amigos deben estar ciegos, sordos y mudos para no ver los aspavientos con los que el gran jefe desfila, para no oír las insensateces que dice y las malas formas con las que siempre se dirige a todos. La oficina al completo le teme, es un hombre impredecible y siempre debe estar todo como a el gusta, difícil de complacer y obligatoriamente complacido si quieres seguir formando parte de aquel despacho. Un despacho que ha ido ganando renombre desde que hace ya diez años, lo inaugurara. En todo rincón existente es conocido el nombre de Oscar Melles, uno de los mejores arquitectos de todo el país, nombrar su nombre en cualquier proyecto es sinónimo de calidad, exquisitez y originalidad y todos son conscientes de ello. Siempre ha sido un hombre con un carácter difícil, pero la fama de la que ahora disfruta le ha vuelto definitivamente insoportable. Todos los jóvenes arquitectos del país sueñan con trabajar en su despacho y él lo sabe, por eso gasta esos aires de superioridad y no le importa prescindir de cuantos no sepan obedecer sus órdenes sin plantearlas.

Ana retira la mirada de la puerta del despacho de Oscar, que vuelve a estar cerrada después de que se haya perdido en su interior. Deja el bolígrafo encima de la mesa, suspira y coge el teléfono con fuerza, pero antes de que pueda descolgarlo comienza a sonar dándole un pequeño susto, Ana rebota sobre su asiento y suspira de nuevo, desde luego la mañana no parece precisamente tranquila. Coge de nuevo el teléfono y esta vez si lo descuelga.


-¿Ana?
- ¿Clara?
- Buenos días
-Menos mal que das señales, ¿Qué ha pasado?
- He tenido un pequeño problema y bueno…
-¿Te has quedado dormida verdad?
- Sí, lo siento, de veras, no se como disculparme.
- Me basta con que estés aquí en menos de diez minutos, ¿Dónde estás?
-En casa, pero enseguida salgo de camino.
-¿Aún estás en casa clara?
- Me acabo de despertar Ana, lo siento.
- Oscar ha preguntado por ti.
-¿Y que le has dicho?
- Que te había surgido un problema en casa y que por eso te estabas retrasando, pero que acababa de hablar contigo y en diez minutos estarías aquí para encargarte de la reunión. Hoy no es un buen día para tener imprevistos, ¿lo sabes verdad?
- Sí, lo se, no puedo creer que me haya pasado esto justo hoy, ¿está Oscar con los clientes?
-No, por suerte no, de todo eso se están encargando Víctor y Elsa, está todo solucionado de momento, creo que les están hablando sobre los posibles emplazamientos de la zona de aparcamiento, parecen entretenidos, aún tienes tiempo Clara, pero trata de retrasarte lo menos posible, por favor.
- En veinte minutos estoy allí, muchas gracias por todo Ana.
-De nada Clara, nos vemos en veinte minutos.
- Ni uno más, un beso.
- Otro para ti Clara.

De nuevo es Clara la que cuelga el teléfono,  ahora sale de la habitación sin dejar el teléfono, lo conecta a sus altavoces y le da al “Play” en un lista de canciones llamada “Ducha”, comienza a sonar un tema propio de discoteca, al tiempo que Clara se introduce en el cuarto de baño bailando al ritmo de la música, a pesar de todo las cosas no han salido tan mal, pero no hay tiempo que perder.

martes, 6 de septiembre de 2011

Capítulo 1



Vive en un pequeño apartamento en el centro de una gran ciudad. Siempre ha pensado que los espacios grandes deben ser para las multitudes, por lo que aquel pisito es perfecto para ella. Es luminoso y todas las tardes suele correr una ligera brisa que inunda toda la casa con un aire nuevo. Un suave azul cubre las paredes, porque dice, le recuerdan a las aguas de la cala donde todos los veranos solía bañarse cuando apenas era una niña. El salón es donde Clara pasa la mayor parte de su tiempo, las grandes cristaleras la acercan a la calle donde todos corren en medio del caos moderno y así ella, se siente menos sola. En la mesa de trabajo que esta contra la pared de la izquierda termina los proyectos que escinden el horario de la oficina. Esa mesa es un completo desorden, desorden que ella comprende como si estuviera provocado a conciencia y que de algún modo responde a su personalidad. Sobre el enrome sofá del centro de la estancia vuelca el cansancio de cada día y teje el sueño de cada noche hasta que por algún extraño motivo se despierta entrada la madrugada, con el televisor hablando cosas que no alcanza a entender y se dirige a su cuarto sin saber demasiado bien hacia donde encamina sus pasos. Cada amanecer despierta sin saber explicar como ha llegado a su cama, pero es algo que a fuerza de costumbre ha aceptado.



-¿Quién es?
-¿Cómo que quién soy?
-¿Carlos? ¿Por qué me llamas en mitad de la noche? ¿Estás bien?
- ¿Mitad de la noche? Vaya, pues para ser tan tarde luce un sol espléndido.
- No, definitivamente no estas bien, ¿se puede saber que problema tienes?
-Creo que la que tiene hoy un problema eres tu, mira el reloj Clara.
-Eres un pesado, tengo sueño, buenas noches.
- ¿Me quieres hacer caso? Mira el reloj por favor, y después me cuelgas si quieres.
- Eres…pesado no es suficiente para ti.

Clara extiende el brazo, la habitación está a oscuras, no ve nada, y sus ojos le piden unas horas más de tregua, debe ser tardísimo, Carlos es un auténtico inoportuno, no recuerda que hubieran quedado, no, desde luego que no, están en mitad de la noche, ¿cómo van a quedar e esas horas?, no entiende nada, pero da igual, mirará el reloj y le colgará, después podrá seguir durmiendo.

-Muy bien, ya esta y son las…
-Son las…
-¡Carlos son las diez de la mañana!
- Menos mal que por fin te has dado cuenta.
-¿Porqué no me lo has dicho antes?
-Lo he intentado desde que me has cogido el teléfono, pero no me..

- Pero si hace un momento era de noche, dios mío, otra vez.
-Sí, otra vez te has quedado dormida.
-Gracias, no me había dado cuenta.

Clara se deja caer en la cama, sobre un costado, coge uno de los almohadones y se tapa la cara con él, aún cabe la posibilidad de que todo sea un sueño del que despertará para después volver a dormir.

- No pasa nada marmota, a todos nos puede pasar.
- Carlos que no he ido a trabajar y no he avisado, hoy tenía una reunión con mi equipo a las nueve…no puede ser…dios mío.
- Clara tranquilízate, date prisa vístete, aún estas a tiempo de ir al despacho, te disculpas y ya está.
- Y ya está, mi jefe me despide y ya está, desde luego que ya está…
- Dramatizando eres única.
- Y tú dando ánimos también.
- Es que no los necesitas, no ha pasado nada.
- Me he quedado dormida el día en el que tenía una de las reuniones más importantes del año, he dejado a mi equipo plantado, no he dado señales de vida y hace más de una hora que debería estar en el despacho, delante de cuarenta personas , que se han desplazado hasta el estudio solo y exclusivamente para hablar conmigo, ahora esas cuarenta personas deben pensar que soy una informal, alguien con quien no se puede quedar ni para tomar un café, y por supuesto muchos menos para cerrar el proyecto de construcción con el que me podía convertir en una de las grandes promesas del estudio.
- De acuerdo, si los necesitas, pero no te servirán de nada de todos modos, llama a la oficina, en cinco minutos te llamo y me cuentas que tal ha ido ¿de acuerdo?
- No, déjalo, ya te llamo yo cuando haya solucionado todo esto, gracias por llamarme, si no fuera por ti aún seguiría dormida.
- No te preocupes y date prisa, hablamos Clara.
- Adiós Carlos.

Clara cuelga primero, ella tiene más prisa, no puede imaginar a nadie que necesite más de la ayuda del tiempo en ese momento. Se destapa la cara arrojando la almohada al suelo, salta de la cama, y sin tan si quiera ponerse los zapatos sale corriendo de la habitación, se dirige al vestidor, no tiene tiempo de pensar la ropa que se quiere poner, debe ir elegante, pero sencilla…coge una blusa blanca, unos pantalones vaqueros, un blazer y unos tacones negros, esos le encantan, le darán un buen toque al conjunto. No le da tiempo a desayunar, no importa, tomará un café cuando llegue al despacho, es lo que más desea en ese momento, ojala pudiera tele transportarse y aparecer en ese mismo instante en la puerta del estudio, pero eso es imposible, y aún tiene que terminar de arreglarse. Sale del vestidor hacia el cuarto de aseo. Se mira al espejo, aún debe ducharse, vestirse, maquillarse, arreglarse el pelo, recoger el material de la oficina… ¡la oficina!, no ha llamado aún, mira a su alrededor, ha dejado el móvil en su cama. Se dirige veloz hacia el cuarto, se lanza sobre ella y lo coge, marca el número de la oficina…lo de hoy es imperdonable.